Desde muy pequeña luché contra la inseguridad, la baja autoestima, el apego y la ansiedad. Sentía que los demás me rechazaban, era obsesivamente celosa y creía que nunca encontraría una pareja que me amara o tendría una vida próspera. Me sentía tan mal que llegué al punto de buscar maneras fáciles de morir. Estuve a punto de suicidarme.

Pero al enfrentarme a mi dolor y analizarlo detenidamente, logré comprender muchas cosas y me distancié de mis emociones y de la narrativa negativa en mi mente.

Con el tiempo, redescubrí mi autenticidad y forjé una versión segura, fuerte y digna de mí misma. Esto transformó mis relaciones amorosas, haciéndolas menos tóxicas, más sanas, y llenas de un amor altruista, como el que ahora disfruto con mi esposo, Simón Osorio. También se reflejó en mi carrera profesional: pasé de ser una empleada insatisfecha a dirigir mi propio negocio exitoso.

El hecho de haber salido del hueco me llevó a hacerme una promesa a mí misma y a la vida: amarla y enseñarle a otros a hacer lo mismo.